LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES.
La nueva sociedad industrial originó un intenso proceso de
urbanización al mismo tiempo que se producía una diversificación de la población activa:
descendió la empleada en el sector agrario, aumentó la del industrial y,
progresivamente, fue ganando importancia el sector terciario (comercio,
servicio doméstico, burocracia, etc.).
Así, frente a la sociedad estamental-feudal, la nueva sociedad de clases supuso en principio, la equiparación de todos los individuos ante la ley. Pero esa igualdad legal no se correspondería con la división social, estructurada en torno a dos clases fundamentales: la burguesía, propietaria de los medios de producción (fábricas, maquinaria, tierras, etc.) y el proletariado (sin propiedades y necesitado de vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario).
El proletariado estuvo sometido a una sobreexplotación
tanto en las condiciones de trabajo (larga
jornada laboral, falta de higiene) como en la inseguridad
laboral (paro, inexistencia de seguro médico, de desempleo o
jubilación). Esta situación, sobre todo durante las primeras fases de la
industrialización, posibilitó que los patronos acumulasen grandes fortunas. La
promulgación de normas protectoras relativas al trabajo infantil y femenino, la
reducción de jornada laboral y la mejora de la salubridad en las fábricas,
fueron consecuencia directa de la protesta
y la reivindicación organizadas por el movimiento
obrero.
Degas, E: Una oficina del algodón en New Orleans (1873) |
La burguesía se erigió en la clase dominante de la
nueva sociedad, industrial y liberal, tras una serie de oleadas revolucionarias
que se sucedieron a lo largo del s XIX y que le otorgaron el poder
económico y político, imponiendo sus formas y valores
de vida. Durante este siglo la burguesía pasará
de mostrar actitudes revolucionarias, transformadoras y creativas, a defender
posiciones moderadas y conservadoras una vez conseguido el poder.
Y mientras, la aristocracia va perdiendo gran parte de
su influencia a lo largo del s XIX tras
la abolición de los privilegios legales por las revoluciones burguesas. Sin
embargo, conservaron su prestigio social y parte de su poder económico gracias a la
propiedad de la tierra y fueron integrándose en el mundo de los negocios
bancarios y comerciales, enlazándose con la pujante burguesía a través de
matrimonios.
Édouard Manet: La música en las
Tullerías (1862).
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